Notas del encuentro.
Una frase, un personaje, una situación…
Guerin empezó aclarando que de las dos películas que había llevado, esta, La academia de la musas, no debía estar en Punto de Vista porque no es un documental. La razón por la que aceptó ponerla en el festival es que nadie la quiere en Pamplona. Los cines no la proyectan y eso es un duro golpe para él. Sus películas siempre se han estrenado (Santi y yo vimos, lo intentamos, nos dormimos un poco, allí Tren de sombras en 1998) en la capital navarra. Los Golem no le hacen caso. ¿Será por distribuirla él mismo? Esta vez lo ha hecho casi todo él, sobre todo en el aspecto técnico, en soledad absoluta. Le gusta controlar (de ahí tanto primer plano, dice) de principio a fin aunque se considera un cineasta poco director. Es más un cronista creando un film artesano. Lo ha hecho todo solo, con su sonidista de siempre, Amanda, eso sí.
La película surgió de la invitación del profesor de ir a sus clases. Guerin asisitía encantado porque nunca ha sido universitario y escuchaba atento las bellas historias de Lancelot y Ginebra. Las alumnas tenían muchas ganas de hacer cine y, aunque al profesor nunca se le hubiera ocurrido hacer una academia de las musas, la historia va tomando forma. Hay una coautoría del guión. No hay un casting previo. En la clase van visibilizando que quieren actuar con sus intervenciones. La selección surge de foma natural, como el guión.
Tanto en la casa como en los coches el director está fuera porque ha pasado de un lugar público como es un aula a una escena privada. Al llegar a la intimidad no quería invadir su espacio. Luces y sombras son la expresión pura de la imagen virtual, trasunto del propio cine. En el montaje juzgó muy visual la sintaxis del reflejo. La referencia espacial, las manchas y los colores son referencias a la ciudad y el bosque. Como cuando lees, con esos reflejos el espectador crea un espacio.
La Arcadia y los pastores poetas surgieron de la evocación de la alumna de sus cantos. La semilla del viaje al paraiso terrenal fue la intervención en clase de esa alumna. La musa mala, la rubia, hace el reverso del viaje, va al infierno y se lleva al profesor. Los ideales son traicionados por los sentimientos. Hay mutaciones en cada movimiento y Guerin es el primer sorprendido con lo que va pasando. Con la escena final él se queda perplejo. No sabe qué está pasando. De repente aparece un nuevo personaje, la amante de hace años, y eso es un problema nuevo para la construcción del guión. Pero él no juzga a sus personajes, tienen que volar, ser fuertes, no trata de dar sermones.
Guerin defiende que su película es una comedia. Según Hitchcock, cuando más inverosimil es lo que cuentas más verosimil tiene que ser la forma en lo que lo cuentas. El profesor ha sido vampirizado por la alumna y puede adivinarse que seguirán las historias de vampirización. No hay musas, son mujeres de carne y hueso, en todo caso la musa va a ser el profesor.
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