Pensó que no debía meterse en el baño, pero el agua estaba tan
agradablemente caliente que se metió con una sensación de íntimo
bienestar. Olvidó un momento el patio, las plantas muertas, Nardo, los
pájaros que no cantaban a una hora en que aturdían. No pensaba en nada,
si es posible no pensar en nada. Cerro los ojos. Nada en el mundo era
comparable a eso, nada.
Lo mejor de la familia, Silvina Ocampo
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