la distancia más corta entre dos puntos es el zigzag.
al menos, así sucede cuando eres paseante en la ciudad de Xixón, un
auténtico desastre urbanístico que afortunadamente compensa con creces
el desaguisado, revelando secretos a voces, cuando se recorren las
calles mirando hacia arriba.
la ciudad se convierte, así, en un lugar cambiante, que nunca se termina
de conocer, en el que todo puede ser cambiado de lugar.
una ciudad sorpresa que reflexiona sobre el determinismo clasista, de
carácter social, con el que, a veces, se juzga a las personas en función
del barrio o zona donde habitan, convirtiendo, de forma abstracta, ese
espacio de convivencia en seña de identidad positiva o negativa.
quizá, es verdad que una calle son todas las calles y que muchos de
nosotros llevemos toda la vida intentando escapar de la calle en la que
inocentemente jugamos, ajenos a un mundo que ya nos había marcado para
siempre con algún adjetivo, una reflexión sobre la condición de
"aclasado" y la sensación de no sentir pertenencia a ninguna clase
social establecida, independientemente del lugar que habite.
Ciudad cambiante, de Toli Morilla.
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