No es la Croacia que ven los turistas (mi hermana estuvo hace poco allí) sino la de quien quiere marchar pero no puede o no sabe. En Deja de mira mi plato vivimos los acontecimientos caseros a pesar de tanto problema, inseguridad y claustrofóbica singularidad. Nos encantó la directora por, con, sus juveniles y entusiastas declaraciones. La protagonista, actriz amateur encontrada en una playa, lo bordó. El resto también. La madre impresiona mucho.
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