Los sombreros de ahora llegaron a Bolivia desde Europa , traídos por los conquistadores y los mercaderes; pero se han hecho muy de esta tierra y de esta gente. Nacieron como marcas de ganado, obligatorios disfraces venidos de España para que cada señor reconociera a los indios de su propiedad. Con el paso del tiempo, las comunidades les fueron poniendo sus propios sellos de orgullo, sus señales de alegría:estrellas y lunitas de plata, plumas de colores, cuentas de vidrio, flores de papel,coronas de maíz...
Después los ingleses inundaron Bolivia con bombines y sombreros de copa, galera negra de las indias de Potosí, galera blanca de las indias de Cochabanba; y por error llegó el sombrero borsalino, desde Italia, y se quedó a vivir en las cabezas de las indias de La Paz.
Podrá andar descalzo el indio boliviano, hombre o mujer, niño o niña; pero sin sombrero, no. El sombrero prolonga la cabeza que protege; y cuando el alma se cae, el sombrero la protege del suelo.
Eduardo Galeano.
Cartel de Santiago Pol.
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