El Maestro Munari llegaba al instituto y nos enseñaba como hacer un embalaje y los principios del empaquetamiento, y para esto llegaba a su clase con una naranja en su mano derecha diciéndonos: ¿Se puede establecer un paralelo entre los objetos proyectados por el diseñador y los producidos por la naturaleza? ¿Qué es la cáscara de una fruta si no el embalaje? En el caso de la naranja nos encontramos con un objeto perfecto, en el que se encuentra la absoluta coherencia entre su forma esférica, su función y su consumo; la textura porosa la hace antirresbaladiza y agradable al tacto, también el color es exacto pues de ser azul tendría en verdad un tono equivocado. El maestro continuó su clase desglosando y describiendo cada gajo y cada diminuto contenedor de jugo, habló de cada elemento y lo describió con precisión como si se tratara de un embalaje industrial. Luego sacó un huevo e hizo lo mismo, después un coco, un plátano, una vaina de guisantes y una rosa y de cada objeto habló maravillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario