La inspiración era esto
Con internet a mano, esconderse es cosa realmente complicada, porque en cualquier lugar del mundo hay quien está a un clic de ratón de nosotros dispuesto a hacernos saber cómo se mueven las cosas en el otro lado del mundo, por si no nos hemos enterado. Es lo que tiene esto de la red. Lo digo también porque en estos días circula por internet un correo que quiere encontrar similitudes en proyectos hechos en distintas partes del globo. En puntos tan distantes como Nueva York y Las Palmas de Gran Canaria, pongo por caso.
Los arquitectos se dividen en dos. Unos son lo suficientemente poderosos para crear edificios casi imposibles que los clientes, grandes multinacionales y administraciones públicas, les compran por el mero hecho de llevar su firma y como consecuencia de ello crean una tendencia, y los otros son los que se inspiran en aquellos, si bien en medio de ambos, es justo decirlo, están los que crean sin inspirarse pero no consiguen vender su obra a las grandes compañías ni a las administraciones públicas, que son las eternas promesas.
Es duro, pero no hay más. Y lo mismo le pasa a los periodistas, los artesanos y los directores de cine, no vayan a creer.
En Las Palmas de Gran Canaria, José Antonio Sosa acaba de ganar recientemente el concurso para la ampliación de La Regenta, el espacio cultural de la calle Presidente Alvear y no ha tardado nada la red en empezar a escupir supuestos parecidos de la obra ganadora con el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York obra de Kazuyo Sejima, conocida en esta ciudad por presentar una de las propuestas foráneas para la ordenación del istmo de Santa Catalina.
Por lo que he leído, Sosa asegura que el edificio ni se inspira ni se copia de los hechos por Sejima, sino que ambos coincidieron –la japonesa dos años antes- en colocar grandes bloques blancos desplazados. Sosa ha dicho, además, que cualquiera que hable de su proyecto como copia, plagio o sinónimo de ambas, tendrá que aclarar ante un juez por qué lo dice. Y esta es una de las cosas más extrañas que le he escuchado a un arquitecto: pretender que los demás no opinen sobre su obra y sobre si se parece o no a la de otros arquitectos.
En particular, a mí la obra de Sosa (a la derecha en la imagen) se me parece a la de Sejima (a su lado, a la izquierda). No digo que sea la misma ni que le haya copiado los planos, ni que sea idéntica ni que el arquitecto canario se haya inspirado en aquella, sino que se me parece un montón. También se me pareció la propuesta realizada por el mismo arquitecto sobre el Woermann al edificio del BBV de Sáenz de Oiza en Madrid e incluso al edificio de Dior que la japonesa hizo en Tokio, todo un canto a las transparencias.
¿Es esto malo para la reputación del arquitecto local? Yo creo que no. Más bien al contrario. Lo sitúa en la esfera de los más grandes: Sáenz de Oiza o Sejima, ahí es nada. Lo que sí resulta curioso es que Sosa afirme no inspirarse en la obra de Sejima a la que conoció en una ocasión, pero como si nada. La casualidad quiso que precisamente la edición digital de su proyecto para el edificio Woermann fuera realizada por Javier Haddad, el canario que trabajaba en el despacho de Sejima en Japón. ¡El mundo es un pañuelo!
La ciudad cuenta con muchos edificios singulares que, al final y tras conocer otros lugares, puede verse que son plurales, es decir, que no son tan únicos. El hecho de que otros autores lo hicieran antes que los que aquí contratamos no es más que una coincidencia. 2006, 31 Enero, publicado por J.Barrero
Con internet a mano, esconderse es cosa realmente complicada, porque en cualquier lugar del mundo hay quien está a un clic de ratón de nosotros dispuesto a hacernos saber cómo se mueven las cosas en el otro lado del mundo, por si no nos hemos enterado. Es lo que tiene esto de la red. Lo digo también porque en estos días circula por internet un correo que quiere encontrar similitudes en proyectos hechos en distintas partes del globo. En puntos tan distantes como Nueva York y Las Palmas de Gran Canaria, pongo por caso.
Los arquitectos se dividen en dos. Unos son lo suficientemente poderosos para crear edificios casi imposibles que los clientes, grandes multinacionales y administraciones públicas, les compran por el mero hecho de llevar su firma y como consecuencia de ello crean una tendencia, y los otros son los que se inspiran en aquellos, si bien en medio de ambos, es justo decirlo, están los que crean sin inspirarse pero no consiguen vender su obra a las grandes compañías ni a las administraciones públicas, que son las eternas promesas.
Es duro, pero no hay más. Y lo mismo le pasa a los periodistas, los artesanos y los directores de cine, no vayan a creer.
En Las Palmas de Gran Canaria, José Antonio Sosa acaba de ganar recientemente el concurso para la ampliación de La Regenta, el espacio cultural de la calle Presidente Alvear y no ha tardado nada la red en empezar a escupir supuestos parecidos de la obra ganadora con el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York obra de Kazuyo Sejima, conocida en esta ciudad por presentar una de las propuestas foráneas para la ordenación del istmo de Santa Catalina.
Por lo que he leído, Sosa asegura que el edificio ni se inspira ni se copia de los hechos por Sejima, sino que ambos coincidieron –la japonesa dos años antes- en colocar grandes bloques blancos desplazados. Sosa ha dicho, además, que cualquiera que hable de su proyecto como copia, plagio o sinónimo de ambas, tendrá que aclarar ante un juez por qué lo dice. Y esta es una de las cosas más extrañas que le he escuchado a un arquitecto: pretender que los demás no opinen sobre su obra y sobre si se parece o no a la de otros arquitectos.
En particular, a mí la obra de Sosa (a la derecha en la imagen) se me parece a la de Sejima (a su lado, a la izquierda). No digo que sea la misma ni que le haya copiado los planos, ni que sea idéntica ni que el arquitecto canario se haya inspirado en aquella, sino que se me parece un montón. También se me pareció la propuesta realizada por el mismo arquitecto sobre el Woermann al edificio del BBV de Sáenz de Oiza en Madrid e incluso al edificio de Dior que la japonesa hizo en Tokio, todo un canto a las transparencias.
¿Es esto malo para la reputación del arquitecto local? Yo creo que no. Más bien al contrario. Lo sitúa en la esfera de los más grandes: Sáenz de Oiza o Sejima, ahí es nada. Lo que sí resulta curioso es que Sosa afirme no inspirarse en la obra de Sejima a la que conoció en una ocasión, pero como si nada. La casualidad quiso que precisamente la edición digital de su proyecto para el edificio Woermann fuera realizada por Javier Haddad, el canario que trabajaba en el despacho de Sejima en Japón. ¡El mundo es un pañuelo!
La ciudad cuenta con muchos edificios singulares que, al final y tras conocer otros lugares, puede verse que son plurales, es decir, que no son tan únicos. El hecho de que otros autores lo hicieran antes que los que aquí contratamos no es más que una coincidencia. 2006, 31 Enero, publicado por J.Barrero
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