Empezamos la Seminci este año con la película de
Kim Ki-young que acabó con una finura en la estética (el zapato blanco perdiéndose en el sumidero) extraordinaria. No gozamos precisamente en muchos momentos del difícil -psicodélica pura- visionado de
Hwanyeo. Es una admirable versión de
Hanyo en la que las relaciones tortuosas del trio protagonista se narran desde diferentes (yo me hacía un lío) puntos de vista.
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