martes, 16 de septiembre de 2008

Contando

Para Layolan.
"El brazo alzado de la joven Nuix no me pareció a la postre como el de una estatua, o no en el recuerdo: más bien lo vi como si estuviera colgado de la barra de un autobús, o su mano asida al asidero en alto de un vagón de metro. Allí seguía aún agarrado, el brazo al aire, cuando cerré la puerta y dejé de verlo, al igual que la lisa axila que realzaba el resto. Debió de bajarlo inmediatamente. Duró todo doce segundos. Los conté no en el acto, sino también después, en el recuerdo."       
Tu rostro mañana      Javier Marías

2 comentarios:

Yolanda Moreno Torrado dijo...

te abrazo en el poro desde el que te me asomas

el maletero dijo...

Te llevaré el libro a Pucela. Creo que te gustará. A mi me ha costado acabarlo. No se si estrenar el segundo o pasar. Me aburre tanta palabrería.