Por mucho que Santiago Cirugeda y otros arquitectos y diseñadores contemporáneos inviten a aprovechar cualquier espacio y hacerlo nuestro, al fotografiar esta "casa" y comunicarme a duras penas con su habitante me sentí bastante mal, entre avergonzada y culpable o las dos cosas a la vez.
Es una casa azul, como llaman a la de Frida Kahlo, pero no rodeada de plantas sino de ruidos de coches que entran a Gijón.
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