La reseña de Ignacio Vidal-Folch sobre la exposición de Meritxell Duran: "(...)Hacía cuatro o cinco años que Duran no exponía. Los que siguen su trabajo desde principios de la década observarán que entonces su obra era mucho más atormentada y violenta, con una veta destructiva muy marcada. Ahora es más sutil, ambigua, irónica y madura. Entre entonces y ahora pasaron muchas cosas y un año sabático en la China. "En mi vida hay un antes y un después de China", me dijo hace poco. "Me fui allí porque no quería hablar con nadie ni comunicarme con los seres humanos, y cuando ese es tu propósito, China es el lugar ideal". Allí una mujer sola podía, no sé si todavía puede, viajar y perderse en cualquier lugar, sin correr peligro de sufrir alguna agresión. Sobre todo si estás protegida por el tabú que hace a los occidentales intocables.(...)"
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