Algo muy bizarro. Una escenografía entre gótica y postmoderna para contar en serio historias que a los espectadores no nos aportaron nada (estuvimos esperando la orgía prometida hasta el final). Admiración y extrañeza en la sala. Alguien no podía para de reír, nuestra fila simplemente no sabía qué pensar. No entiendo cómo pudo causar sensación en Cannes, a mi me parecía todo muy visto. Nuestra conversación posterior derivó hacia los años 80 (pedí a Luis que viera Liquid Sky, a la que también se ha comparado con un vídeoclip largo) y el posible «revival» cinematográfico (por la noche conocimos a un chico que llevaba en su móvil Regreso al futuro).
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