En el cine Doré no se sabe si la irrealidad está en la pantalla o si ya entras en otro espacio/tiempo en el momento en que el acomodador te corta la entrada.
Vimos L´éden et après y a pesar del calor, de las repeticiones, de la ingenuidad…mereció la pena. Eso si, no miré a Julio en ningún momento porque sabía que le/me entraría la risa.
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